miércoles, 29 de abril de 2015

Magníficat

Proclama mi alma la grandeza del Señor, 
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; 
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, 
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: 
su nombre es santo, 
y su misericordia llega a sus fieles 
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo: 
dispersa a los soberbios de corazón, 
derriba del trono a los poderosos 
y enaltece a los humildes, 
a los hambrientos los colma de bienes 
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, 
acordándose de la misericordia 
–como lo había prometido a nuestros padres– 
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.


Gloria al Padre.